Es la huella del Sol
registrada en una imagen en su movimiento sobre
la bóveda celeste. Para conseguir estas imágenes se utilizan cámaras estenopeicas, en mi caso latas de refresco, o mejor todavía, de bebida energética, cargadas con papel
fotosensible en blanco y negro, de tal modo que las imágenes aparecen
sin necesidad de ser procesadas químicamente (sí,sí, habeis leído bien!). Un ingrediente básico es la paciencia pues son
necesarias largas exposiciones de tiempo que ocupan desde un día, hasta
varias estaciones durante el año. Son imágenes que muestran puntos de
referencia relacionados con el viaje que nos lleva alrededor del Sol.
El proceso en el papel
fotosensible, dentro de la cámara, es por ennegrecimiento directo, formando una imagen negativa. Una vez recogida la lata, el papel es escaneado y procesado digitalmente con un programa de
tratamiento de imágenes, para crear un archivo digital. Ojo! El negativo
original permanece sensible a la luz y solo puede ser visto en
condiciones de luz controlada.
En esta imagen que muestro, realizada con mi compañero Kike Martínez en el río Lérez, Pontevedra, se observa el recorrido del sol desde el 10 de noviembre de 2012, día en que colocamos la cámara, hasta el 21 de diciembre, solsticio de invierno, y por lo tanto corresponde con el recorrido más bajo del sol que realizará en nuestro hemisferio. Se observa que las franjas más bajas, (cada una corresponde a un día de exposición), son más luminosas, ya que la cámara se recogió el 14 de enero de 2013 por lo que se ha producido un solapamiento de la luz solar al empezar a subir el sol en esos días. Por lo tanto, podemos concluir que las solarigrafías nos proporcionan información sobre la atmósfera, es decir, sus zonas más luminosas corresponden a días despejados mientras que las franjas carentes de recorrido, coresponden a días nublados.
Para saber más sobre este mágico mundo de la solarigrafía, os invito a visitar al gran maestro Diego López Calvín (www.solarigrafia.com)
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